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20/02/2020 - Entrevista de Jon Azua para El Economista

“No hay razón que impida tener todas las transferencias en tres meses"

Jon Azua, Presidente y fundador de Enovatinglab.

“El desarrollo estatutario ha sido incumplido y supeditado a las necesidades coyunturales que pudiera tener el Gobierno de turno y eso es, además de una ilegalidad, vergonzoso”, afirma Jon Azua, presidente de EnovatingLab y que ocupó diferentes cargos en el Gobierno vasco, además de ser diputado foral de Bizkaia. En plena negociación de las transferencias pendientes, Azua se muestra así de claro y contundente a la vez que esperanzado con el Gobierno PSOE-Podemos para poder avanzar, porque “no hay razón real ni dificultad de peso para que todo esté transferido en tres o cuatro meses”.

Sobre la polémica que genera el traspaso del régimen económico de la Seguridad Social, asegura que se trata de la firma de un convenio, “pero antes el Gobierno de España tendrá que poner al día la deuda que tiene con la Tesorería de la Seguridad Social. Una vez hecho esto, Euskadi no solo no será deficitario, sino que tendrá superávit, concluye Azua.

Está en marcha la negociación para completar las transferencias pendientes. ¿A qué responde la polémica suscitada en torno al traspaso del régimen económico de la Seguridad Social?

A una desinformación absoluta sobre la Seguridad Social. Hay que recordar a la gente que no se está pidiendo nada que no se hubiera pactado y recogido en la Constitución y el Estatuto de autonomía y que supuso el pacto de compromiso por una reforma y no una ruptura en la transición. Y han pasado 40 años y ese acuerdo constitucional vergonzosamente no se ha cumplido.

Esto genera no solo una ilegalidad y un dominio de los privilegios de la unilateralidad de los diferentes gobiernos centrales, sino una desafección y un peligro para el futuro, además de una ineficiencia de las administraciones públicas. Cuando se aprueba el Estatuto y se conforma el primer Gobierno vasco, se recogía que “en el plazo máximo de seis meses se constituirían las comisiones mixtas de transferencia, que acordarán el traspaso de bienes y servicios asociados al desarrollo íntegro de este Estatuto”. Y lo que pensamos es que en seis meses se definiría, el calendario, etc., acumula 40 años de retrasos. El primer Ejecutivo vasco ya constituyó una dirección general de la Seguridad Social dentro de su departamento de Trabajo, y desde entonces estamos con la misma historia. Esto no es que te regalen nada, ni que te den un dinero o rompas una caja que no existe.

Los críticos afirman que Euskadi sería deficitaria al asumir esta gestión.

El traspaso del régimen económico de la Seguridad Social consiste en firmar un convenio para la gestión del régimen económico, pero el gran miedo de las diferentes administraciones es reconocer el desbarajuste que hay allí: no hay inventarios claros del patrimonio, bienes que fueron dados sin control, el Gobierno ha hecho uso de los fondos de la Tesorería General para todo tipo de cosas ajenas a la propia Tesorería, etc. La lectura de las actas del Pacto de Toledo de años atrás demuestra el descontrol y los problemas existentes. Sobre el déficit, en primer lugar, habría que poner al día la deuda que el Gobierno de España tiene con la Tesorería. Una vez puesto en orden se produciría el convenio de gestión y Euskadi no solamente no sería deficitaria en temas de gestión, sino que habría un superávit bastante claro. Tenemos un porcentaje suficiente de cotización, una media cotizable muy por encima de la del resto del Estado como consecuencia del propio tejido económico y de la formalidad del empleo, una gestión ordenada y generamos ahorros por otras líneas de bienestar social que están asociadas con la protección, prevención y seguridad social. Una gestión eficiente no solo sería para realizar la gestión de las pensiones, sino que daría la posibilidad de dotarse de instrumentos adecuados para una integración de todas las políticas asociadas: las pensiones contributivas y no contributivas, la renta básica o de inserción social, las políticas sociales asociadas a los distintos niveles institucionales, etc.

También califican a la comunidad autónoma de insolidaria por querer ‘romper’ la caja única, ¿qué opina al respecto?

Siempre que se ha abordado este tema de la Seguridad Social, el rechazo ha sido de índole político y sindical: es una caja única que no se puede romper, que no habría solidaridad, la amenaza de ser deficitarios, etc. Cuando se habla de la insolidaridad de Euskadi con el resto de España se debería saber que la primera que aporta una contribución a la solidaridad de todo el Estado es la comunidad autónoma vasca a través del Cupo. Seguimos pagando con un 6,24% cuando nuestra posición en términos de renta, en población es inferior a ese 6,24%. Pagamos un Cupo al Estado en aquellas competencias que no han sido asumidas y el Estado decide el 100% de lo que hace con esas competencias: puertos, aeropuertos, defensa, REE, Sepi, etc. El Cupo se paga al Estado por lo que éste gestiona en beneficio de Euskadi. Si se transfiere la Seguridad Social tendríamos que pagar menos, como pasó con Insalud y el Inserso que nos ahorramos el 6,24% que pagábamos porque asumimos esa competencia. Euskadi no tiene el paraguas del Estado, asume el riesgo con lo que recauda con sus competencias para financiarlas.

 ¿Y cuál es la situación de Euskadi en este escenario?

Uno de los grandes éxitos durante estos 40 años ha sido la red de bienestar social que ha generado Euskadi, que ha permitido políticas económicas, industriales, etc., con la buena gestión de los recursos. Es una de las regiones o territorios más privilegiados del mundo, a la cabeza en desarrollo humano, igualdad e inclusividad, lo que hace que esté considerado como un espacio positivo, con fortalezas suficientes para abordar el futuro.

¿Qué amenazas y desafíos tiene la comunidad autónoma?

Los desafíos del País Vasco son el demográfico, el envejecimiento activo, la digitalización, la transformación del tejido económico y del propio estado de bienestar. Y la principal amenaza es, precisamente, la confortabilidad. Vivimos en una especie de oasis dentro de un Estado caótico e inestable, con problemas políticos, sociales y falta de grandes apuestas y soluciones de futuro y esto puede hacer que caigamos en un acomodamiento y aversión al riesgo. Euskadi debe adelantarse al futuro ante estos desafíos. No podemos estar esperando 40 años un tren de alta velocidad, tenemos que actuar. Nuestras finanzas públicas están saneadas, tenemos fortalezas y hay un mercado global de capitales con una financiación baratísima, que nos permite arriesgar con un determinado endeudamiento. Hay que ver qué infraestructuras necesitamos, cómo acelerar esa evolución digital, qué plataformas tecnológicas son necesarias, centros de ciberseguridad, reforzar y reinventar nuestra educación, hay que adelantarse al futuro.

¿Cuáles son sus principales fortalezas?

Hay una cultura e historia económica y social, modelos de participación y colaboración social, y la gran fuerza de la industria y los servicios subyacen en ella. Su fuerza no es solo por las empresas o el PIB, casi el 25%; también ofrece las mayores posibilidades de formalidad del empleo, es la mayor generadora de tecnología, disciplina, conocimiento, organización. Y los grandes clústeres de futuro están muy asociados a lo que aquí hacemos, por eso abogo por la clusterización de toda la economía, gestionar la actividad en su conjunto y no por sectores. Creo que es la manera de reorientar nuestras políticas e interacción público-privada ante los nuevos escenarios globales de futuro, ser competitivos y evitar el desarraigo empresarial.

Hablando de evitar el desarraigo, ¿qué futuro ve para Siemens Gamesa en el País Vasco tras vender Iberdrola su participación?

Es bueno que se haya acabado la bronca, porque una compañía no puede funcionar en los juzgados. Hoy es una operación bastante lógica, porque dentro de la estrategia energética de Iberdrola no es un elemento esencial y con sus políticas de compra puede acceder a Siemens, Gamesa o quien sea con su objetivo final de generar electricidad y venderla. Por su lado Siemens está tratando de configurar Siemens Energy y podría valorar y apostar por lo que tiene en Euskadi. Conseguir que una multinacional cuente contigo como base de operaciones exige que seas competitivo, capacitación profesional, buenas relaciones laborales, relación fluida con la administración, el gobierno, etc. Yo creo que, en general, todo esto se da. Hay que ser capaces de enganchar con proyectos de país y con proyectos empresa a Siemens e Iberdrola. Pero lo verdaderamente importante no es la nacionalidad de la empresa cuando opera en un territorio, sino qué hace en el territorio y qué aporta al mismo.

Dentro de ese ‘enganche’, ¿qué peso tiene la fiscalidad?

La fiscalidad es importante pero no lo es todo y hay que ver el conjunto de las ventajas competitivas de un territorio. Es cierto que impuestos como Patrimonio es una doble imposición en Euskadi, porque se paga cuando lo generas y por mantenerlo. Pero se valoran otras cosas como el bienestar, los servicios sociales, etc. No es bueno poner el foco en una figura impositiva. Es necesaria una arquitectura fiscal completa alineada con la estrategia de país, ese es el verdadero reto. Si queremos fomentar el mantenimiento y la creación de empresas, tenemos que estudiar cómo favorecer y quitar o subir puntos no es el enfoque. Muchas veces la decisión de cambiar el domicilio fiscal responde al sentirse desatendido por el territorio. Si tengo una empresa que funciona, genera empleos y riqueza y no me siento reconocido, eso pesa más que dos puntos arriba o abajo. Los ingresos fiscales y tributarios y la financiación tienen que venir después, al servicio del para qué; primero es el propósito, la estrategia de país, y después viene la fiscalidad.

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