Jon Azua Exvicelehendakari
"Cuanto más ando por el mundo, más apuesto por la independencia"
Jon Azua conoce todos los secretos de la administración, donde ha ejercido varios cargos, entre ellos el de vicelehendakari. También el mundo empresarial y el académico. Y, además, sabe «lo que pasa por el mundo». Y cuanto más conoce, más apuesta por la independencia.
La vida transcurre plácidamente en Bilbo al otro lado del enorme ventanal del despacho en el que Jon Azua recibe a GARA, en plena Plaza Elíptica. La vista es privilegiada. Y mientras fuera la gente se despereza en una soleada mañana de otoño, dentro hablamos de todo lo que está aconteciendo en este país. Mucho de economía, pero también del rumbo emprendido por una sociedad vasca cada vez más alejada de un Estado al que «le ha faltado inteligencia». Quien fuera vicelehendakari considera que el camino iniciado por la ciudadanía de este país al margen de los corsés estatales es ya imparable.
Desafección respecto al Estado
Hablamos primero de la crisis y, sobre todo, de su gestión. Y sale el tema de la desafección que la misma está ocasionando en la ciudadanía vasca -también la catalana- respecto al Estado español. «Siempre ha existido», recuerda, «aquí con más fuerza que en Catalunya». «Lo que pasa -añade- es que esto ya no es una cosa de cinco minutos, es una cosa mucho más seria, estable y consolidada de lo que muchos pueden creer». Coincide, en este sentido, en que la situación económica está haciendo que mucha gente se replantee algunas cosas. Gente que más allá de lo que «es un sentimiento de identidad, una apuesta por una mayor o menor soberanía», pensaba que «lo que había que hacer primero era comer y que luego ya habría tiempo para pensar en otras cosas; que los debates sobre autogobierno, soberanía, independencia... eran obsoletos. Ahora se ha dado cuenta de que no es así, que son importantes, están en la raíz, y que no puedes hablar de economía si no hablas de política».
Esa desafección creciente la atribuye, en primer lugar, a que el Estado, como tal, «no ha sido capaz de dar unas determinadas respuestas» a la crisis, y en segundo lugar a que, de hecho, «no lo va a poder hacer».
«España no va a poder salir sola de esta situación, tiene un problema tremendo» sostiene. Y empieza a enumerar: el paro, una situación en la que no hay prácticamente tejido económico en las zonas en las que hay mayor tasa de desempleo, sin una apuesta por modelo productivo de futuro, con una peor formación y preparación, menos recursos, menos infraestructuras, unos modelos de gobierno que son cuestionados...
Todo eso demuestra, a su juicio, que «nos metimos en un modelo de estados autonómicos en la Transición porque querían impedir que Euskadi y Catalunya pudieran tener una estructura diferenciada, y nos encontramos ahora con que aquellos a los que obligaron a meterse dentro de ese tomate no quieren saber nada de eso. Y ante eso, tú dices, `es que yo quiero otra cosa, necesito controlar decisiones importantes, necesito aspirar a tener el mismo peso y la misma voz que pueda tener cualquier Estado en Europa».
Pero junto a esa desafección, también se ve un peligro de involución, de recentralización. También en este caso Azua apunta que ese riesgo ha existido «desde el primer momento». «El modelo autonómico fue un modelo arrancado, no fue un modelo que acogieran con gran entusiasmo en el Estado», asegura, y apunta que «el PP está aprovechando este momento, ve que mucha de su gente no es entusiasta de este modelo, ve que la crisis económica le permite hacer una apuesta recentralizadora y que le está permitiendo tomar unas decisiones que antes no podía tomar».
Sin embargo, cree que no lo van a tener fácil, porque «saben que el verdadero problema sigue estando en el Estado, y saben que esa desafección que se ve claramente en Catalunya y que siempre ha existido en Euskadi es absolutamente irreversible. No de hoy, sino que viene siendo irreversible paso a paso».
Oportunidades perdidas
El también exconsejero de Trabajo, Sanidad y Seguridad Social es de lo que piensan que el Estado ha dejado pasar «muchísimas oportunidades de cara a encontrar una solución». Y evoca el día en que el lehendakari Ibarretxe presentó su propuesta en el Congreso, y él publicó un artículo titulado «Una última oportunidad para España». Explica que «ese planteamiento -el de Ibarretxe- le hubiera posibilitado al Estado español tener un marco político para los próximos 25 ó 30 años en el que podía garantizar un determinado comportamiento, un avance progresivo en competencias y actuaciones, esperando a que unas próximas generaciones pudieran tomar las decisiones que quisieran tomar, y que tomarán». Y, sin embargo, lo rechazaron. Igual que está haciendo ahora Rajoy respecto a Catalunya, lo que empuja a mucha gente a cambiar su postura.
«En Catalunya hoy vemos a cantidad de gente que hace 30 años -explica su propia experiencia con conocidos catalanes- no tenía una apetencia independentista, no tenía tanta desafección. Pero en este tiempo todo el movimiento social ha sido tan intenso que incluso la burguesía económica se ha dado cuenta de que necesita otros instrumentos, que necesita otras decisiones. Y toda esta gente ha cambiado absolutamente. Eso va a ser imparable».
Dicho esto, vuelve a la reflexión anterior, la de las oportunidades perdidas por Madrid: «Al Estado le ha faltado inteligencia, que es lo que le suele pasar casi siempre a ese Estado. Pero eso se vuelve en su contra y los resultados se ven ahora».
De hecho, una de las consecuencias de esa actitud puede ser que se hayan acelerado los tiempos, un acelerón que a juicio de Azua podría ir a más en función de una serie de elementos como «el malestar que hay en Europa con la estructura europea, la necesidad de cambiar y reconstruir Europa, reinventarla, bajo otras bases y en la que van a participar otros jugadores», entre los que cita como ejemplo Escocia y Flandes.
Amenazas que son simplezas
Precisamente Europa, o mejor dicho, la posibilidad de quedar fuera de las instituciones europeas, es una de las amenazas que exponen los contrarios a este movimiento soberanista. «Simplezas» en opinión del exvicelehendakari, para quien hay que ser «malintencionado» o no enterarse de lo que se está planteando para decir algunas de las cosas que se han dicho al respecto en los últimas semanas. «Aquí nadie está planteando poner fronteras, crear un Ejército..., nadie está planteando formar un continente diferente y salirse de Europa. Aquí se está planteando que queremos formar parte de Europa, que aspiramos a tener, por lo menos, tantos derechos, tantas capacidades de decisión y tantas obligaciones como Chipre, Eslovenia, las repúblicas bálticas, Alemania, Francia o España. Cuando dicen que el mundo de hoy ya no es de soberanías absolutas, les recuerdo que tampoco el suyo, ni el alemán. Lo que quiero es estar en igualdad de condiciones. Quiero poder ejercer ese derecho, y lo voy a hacer en Europa», responde.
Y añade a renglón seguido: «Yo no me considero un ignorante, alguien que no anda por el mundo. Ya sé qué pasa por el mundo, sé lo que hay, y puedo decir que cuando más ando por el mundo más apuesto por la independencia de Euskadi. Con toda las dificultades que puede tener, pero no veo ni un problema para poder hacerlo».
Y para llegar ahí, considera necesario «convencer y explicar», porque cree además «que aportaría muchísimas más ventajas a España asumir un posicionamiento de este tipo con Catalunya y con Euskadi. Nos iría mucho mejor a todos, y tendríamos una convivencia más adecuada e interesante». «Si yo no quiero romper con España y no tener nada que ver con ella -explica-, quiero romper en la medida que no me deja ser yo mismo. En la medida en la que pueda, no tengo problema».
Suicidio europeo
Junto al futuro de este país, la crisis centra la campaña y, sobre todo, las preocupaciones de la gente. Sobre este tema, Azua opina que «nos hemos metido en una situación que parte de un diagnóstico muy equivocado, una especie de suicidio europeo, en que se han ido tomando decisiones, una tras otra, en mi opinión muy equivocadas».
Así, expone que «primero se trató de pasar al sector público una crisis financiera, provocando un endeudamiento en el sector público», y siguiendo además «una serie de indicadores demasiado cortoplacistas, de exigir a los gobiernos un complimiento de unos determinados niveles de déficit y endeudamiento, y tratar de pagarlo en unos plazos que hace que los gobiernos se vean paralizados».
«Tienen que hacer recortes, y así están impidiendo un mayor crecimiento, están cortando expectativas, están paralizando la economía... Esta situación nos mete en un círculo vicioso del que es muy complicado salir».
En cualquier caso, cree que respecto al Estado aquí estamos mejor, entre otras cosas porque «tenemos una estructura diferente, tenemos un tejido económico distinto, hemos hecho las cosas de una manera diferente durante mucho tiempo, el tipo de empresa también es distinta, y la cualificación de la gente lo mismo». Y eso, «teóricamente» nos debe ayudar a salir adelante «antes y mejor».
Pero para ello cree que hay que hacer cosas «diferentes a las que se están imponiendo». Y esto, agrega, «guarda una enorme relación con la coyuntura política que estamos viviendo en este momento, y con las elecciones. Es evidente que el resultado que se obtenga el día 21 por sí mismo no va a ejercer un cambio, ni aunque decidamos la independencia de Euskadi al día siguiente se va a arreglar todo, pero qué duda cabe de que necesitamos hacer una serie de políticas y seguir una estrategia diferente. Esa es la gran obsesión que podemos tener todos ahora; si seremos capaces al día siguiente del 21 de octubre de afrontar la situación con nuevas políticas, con actuaciones diferentes a las que se han aplicado en España. Ese es el gran reto».
Y, mirando hacia adelante, Azua afirma que «tenemos que separar lo que es esencial de lo que es accesorio. Tenemos que apostar por un sector público y por un gobierno muy potente, aunque eso no quiere decir que todo lo que sea público es bueno, igual que no lo es todo lo que está en el mundo de la empresa. Tenemos que generar riqueza, porque, si no, no seremos capaces de distribuir nada. Y riqueza no es acumulación de capital en unos pocos, sino riqueza de país. Y tenemos que ser capaces entre todos de conseguir en el ámbito económico y social los mayores acuerdos y concertación posible».
Y, junto a todo esto, también cree Jon Azua que hay que «mirar cada vez más, al norte y menos al sur. No se trata de ser mejores que los que vienen detrás, sino hacer un esfuerzo por acercarnos a quienes todavía nos llevan muchísima ventaja en muchísimas cosas».